Aunque según la Alianza Mundial para la Hepatitis, sólo un 1 % de los pacientes recibe tratamiento, con este 1 % las compañías que poseen el monopolio de dichos medicamentos han conseguido ganancias astronómicas. Esto es así gracias a la combinación de varios factores: alianza entre farmacéuticas y políticos para impedir aplicar las leyes estatales que permiten la emisión de licencias obligatorias (para fabricar genéricos) por motivos de salud pública; intereses de las “sociedades científicas”, que pese a saber que es imposible tratar a todos los pacientes a los precios impuestos por los monopolios farmacéuticos han guardado silencio; falta de organización y movilizaciones fuertes y sostenidas, además de objetivos centrados en la lucha por la fabricación del genérico entre los enfermos de la mayoría de los países.

Las compañías que monopolizan los tratamientos han puesto en marcha una campaña perfectamente planificada, de forma que han alcanzado acuerdos con farmacéuticas locales, fundamentalmente de India, para permitirles fabricar el genérico, que pueden exportar a unos 100 “países pobres”, donde no tenían posibilidades de hacer negocio. En estos acuerdos se prohíbe la exportación a países de ingresos medios y altos, que es donde se sitúa el volumen de negocio de estas empresas.

De esta forma los precios del tratamiento varían desde los 176 dólares por paciente y tratamiento de doce semanas de Egipto (que está tratando a unos 600.000 pacientes); a los 9.000 dólares de Brasil; 76.000 dólares de Polonia, o 79.900 dólares de Rumanía.