(2016-10-24) Mayor disminución de la mortalidad durante los ajustes en la clase baja

Lancet acaba de publicar un estudio centrado en 36 millones de inscritos en el Censo español de 2001 clasificados según riqueza material (baja, media y alta), medida por el espacio útil de la vivienda y el número de coches disponibles en el hogar. El estudio examina la mortalidad entre los 10 y los 74 años durante el período 2004-2011 en los tres niveles de riqueza y encuentra una mayor disminución de la mortalidad durante la crisis (2008-2011) que en el periodo anterior en todos los niveles, pero especialmente en los niveles más bajos.

La mortalidad, que disminuía a un ritmo de 1,7%, 1,7%, y 2,0% anual antes de la crisis en los niveles de riqueza bajo, medio y alto, definidos por el espacio útil en la vivienda, pasó a disminuir a un ritmo de 3,0%, 2,8% y 2,1%, respectivamente, durante la crisis. De forma similar, la mortalidad que disminuía a un ritmo de 0,3%, 1,6% y 2,2% anual antes de la crisis en los niveles bajo, medio y alto, definidos por el número de coches disponibles en el hogar, pasó a disminuir a un ritmo del 2,3%, 2,4% y 2,5%, respectivamente, durante la crisis. Esta aceleración de la tendencia descendente de la mortalidad se produjo para la mayor parte de las causas de muerte.

Parece, pues, que a corto plazo la crisis ha tenido un efecto favorable sobre la mortalidad, especialmente en los grupos de posición socioeconómica más baja.

¿Qué hay detrás de tan inesperados resultados?
Los hallazgos no son tan inesperados porque muchos autores venían ya sosteniendo que el efecto de las fluctuaciones macroeconómicas en la mortalidad es procíclico; es decir, la tendencia descendente en la mortalidad suele ser mayor en los períodos de recesión. Sin embargo, el hallazgo de un mayor descenso de la mortalidad en los grupos de menor posición socioeconómica es bastante novedoso. Esto podría deberse a que las personas con menos recursos han mejorado más sus estilos de vida relacionados con la salud (por ejemplo el consumo de tabaco y alcohol, la alimentación o la actividad física), y también a que las actividades industriales, comerciales y recreativas, incluido el tráfico rodado, tienen un mayor efecto adverso en la salud de las personas de baja posición socioeconómica (a través por ejemplo de la polución, los accidentes, el estrés u otros factores), lo que hace que cuando dichas actividades se reducen el efecto en estas personas sea más favorable. Los autores recuerdan que a pesar de estos cambios las personas de posición socioeconómica baja siguen teniendo un riesgo de mortalidad considerablemente mayor que las de posición socioeconómica alta.

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