(2017-03-22) Zamora, Benavente: 15.000 personas contra el deterioro sanitario

Fue memorable. Todo Benavente en la calle en defensa de su hospital y de la sanidad pública. Salieron 15.000 personas –según cifras oficiales–, de una población de 18.315 habitantes censados en 2016. La historia es común a esa España olvidada fuera de las grandes capitales y a cómo se ve afectada por los recortes en el Servicio Público de Salud. Esa donde el médico que atendía tres pueblos, ahora atiende cuatro, no le cubren las suplencias y el enfermo siempre ha de desplazarse cuando sufre una dolencia de cierta entidad. El hospital representa una solución cuando está bien dotado. Pero son muchos los núcleos urbanos que temen su mutilación por los recortes.

Benavente es el segundo municipio en población de la provincia de Zamora, tras la capital. Y el eje de la comarca de los Valles con una cincuentena de pueblos de escasa población en su mayoría. El Hospital comarcal de Benavente se quedó pequeño. Años de quejas que culminan con una remodelación para ampliar el existente. Una vez arreglado, tras invertir 12 millones de euros en obras y equipamiento, la Junta decide paradójicamente cerrar la primera planta. Hay que ahorrar. Y pensar, por tanto, en la carretera.

El detonante se produce cuando los familiares se plantan dado que ya comienzan a trasladar a los pacientes hospitalizados a Zamora, distante 65 kilómetros. Medios digitales locales, muy activos, van dando cuenta de la peripecia y comienzan concentraciones diarias, cada vez más numerosas, que culminan el domingo con una manifestación de las que rompen moldes. Está el alcalde, del PSOE, una treintena más de distintos partidos, incluido el PP… y casi todos los vecinos: 15.000. Ya no es solo la planta a cerrar lo que reivindican sino una atención sanitaria integral y con más especialistas para cubrir las necesidades reales. Los sufridos castellanos el día que salen, salen. El día que exigen, lo hacen a fondo.

Ahí tienen ustedes en cambio a los votantes de Trump –que prometió en campaña acabar con el Obamacare, su Ley de Atención Sanitaria– lamentándose de la suerte que les toca (y se buscaron). De los 24 millones de estadounidenses que van a quedarse sin seguro médico, habrá un gran número de votantes del multimillonario republicano. Algunos están muy preocupados y no les falta razón, otros no. La sección internacional de eldiario.es daba cuenta de varios casos, como el de una mujer de Indiana que precisa no menos de 4.000 dólares mensuales en tratamientos y sigue pensando que a ella no le tocará la supresión, aunque quiere que sí quiten a otros la prestación.

Mucho más cerca, en el Parlament de Catalunya, un compareciente se mostraba la semana pasada en comisión a favor de la universalización de la sanidad siempre que no tocara a sus necesidades de trasplantes. La universalización hacía esa salvedad. Con él. La batalla contra la sanidad pública ha sido pareja a la que se practica también contra la educación. Y a favor del egoísmo liberal, dicen, como forma de vida.

Se recogen los frutos de lo que se sembró y se desoyó. El Sistema Nacional de Salud británico, NHS, está ya desahuciado, tras los recortes vitales que se le han practicado. A diario nos hablan de sus deficiencias y de la desesperación de los profesionales, sin medios para atender enfermedades. Graves también, cáncer incluido. Aquel sobrecogedor relato de Owen Jones hace dos años y medio no ha hecho sino empeorar. Con elecciones de por medio, que volvieron a elegir a los Tories, implacables con la tijera.

Y siempre detrás: la privatización. Pagar –repagar en nuestro caso– por recibir atención médica. Las noticias sobre seguros privados crecen. " Por temor a las listas de espera"… Porque, nos dicen, "Despegan por la crisis". Y se hacen grandes fortunas. Millones se mueven. Aquel servicio público creado en 1986, bajo el mandato del PSOE de Felipe González, tardó apenas cinco años en comenzar a privatizarse, también con él. El Informe abril de 1991 recomendaba cuanto ha sucedido después. Y todavía antes en la Catalunya de CiU. Hoy es un festín.

Lo de España es un dolor. Hundidas bajo las noticias que impactan –como la Misa en TVE, la última bocanada de las cloacas del Estado del tertuliano polémico, Cataluña, o los avatares políticos de los buenos y los malos, según las biblias mediáticas– surgen de continuo noticias de puro escándalo, referidas a los destrozos en la Sanidad Pública.

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