INICIO
  PRESENTACIÓN
  ACTOS
  NOTICIAS
  DENUNCIAS TRABAJADORES
  DENUNCIAS DE PACIENTES
  DOCUMENTOS
  COMUNICADOS
  CÓMO COLABORAR
  CAMPAÑAS
  ENLACES
  CONTACTO
 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 
Seguir a CAS_madrid en Twitter

VER CARTEL
VER DÍPTICO TRABAJADORES
VER DÍPTICO USUARIOS

  DOCUMENTOS  
  El consumismo mata  
   
  2014-09-28  
 

 

Reflexiones tras la lectura del magnífico libro de Nicholas Freudenberg, “Lethal but legal“, profesor de salud pública en la Universidad de New York  y fundador y director de la organización Corporations and Health Watch 

La crisis financiera mundial, unida a la crisis medioambiental (cambio climático, agotamiento de los combustibles fósiles, incremento de la huella ecológica) y a la crisis social (aumento de las desigualdades y de la pobreza tanto dentro de las sociedades desarrolladas como entre el Norte y el Sur del planeta), han puesto de manifiesto la imposibilidad de seguir alimentando un modelo basado en el crecimiento económico infinito, el progreso tecnológico basado en el mercado y el hiper-consumo.

El decrecimiento económico (Latouche, 2008; Taibo, 2009) es el paradigma que emerge con más capacidad para aportar un enfoque, a la vez humanista y ecológicamente sostenible, a los retos de la “ciclogénesis explosiva” en la que nos encontramos. Su aplicación a la atención sanitaria y los servicios de salud está por desarrollar, pero, por lo pronto, decrecer en atención sanitaria para crecer en salud y equidad parece la única alternativa viable a las soluciones que tan solo propugnan “mejor gestión”, en un sistema de salud que ha perdido la visión de sus fines. El paradigma decrecentista aplicado a la medicina y a la atención sanitaria implica un cambio total de mentalidades, prioridades y conceptos que hemos denominado, en un afán por diferenciarlo del actual paradigma biomédico, post-medicina (Novoa, 2013).

Las tímidas políticas de bienestar desarrolladas en nuestro país tras la instauración de la democracia, especialmente las sanitarias y educativas, se han visto lastradas por una paulatina pérdida de capacidad para disminuir las desigualdades y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. El sistema público de salud ha adquirido su actual perfil sobre la base de un continuo proceso de supresión de las cuestiones fundamentales (la importancia de los determinantes sociales de la salud sobre la atención sanitaria, los rendimientos decrecientes de la inversión pública en sanidad, los problemas de seguridad de los pacientes, el sobre-diagnóstico y la sobre-medicación consiguiente, la excesiva variabilidad de la práctica clínica, los generalizados conflictos de interés de los profesionales y asociaciones científicas con la industria farmacéutica y/o tecnológica, la polarización del gasto hacia la atención hospitalaria, los medicamentos y las tecnologías en detrimento de la atención primaria y la salud pública, etc..) y, por ello, de ignorancia de nuevas perspectivas. El sistema de salud se ha convertido en un fin en si mismo, un agujero negro presupuestario que ha impuesto su jerarquía -gracias a las demandas sociales y los réditos electorales- y dominado la distribución de los recursos públicos, afectando gravemente, por su coste oportunidad, a otras partidas con mayor capacidad de generar salud como la educación, las políticas de vivienda, empleo o medio-ambientales (OMS, 2009).

Esta “burbuja sanitaria” tiene múltiples razones (culturales, profesionales, científicas..) pero la más importante y dañina es la actividad del complejo corporativo consumista. Ha sido la ideología del mercado -defendida tanto por el neoliberalismo como por la socialdemocracia- la que ha establecido el marco para la expansión del complejo corporativo consumista, una red de compañías que actúan en régimen de oligopolios mundiales -alimentación, automóviles, farmacéuticas, tabaco, alcohol y armamento, fundamentalmente, aunque podríamos incluir las industrias energéticas- junto con instituciones financieras, académicas, científicas, profesionales y empresas de comunicación y publicidad que impone, con el único objetivo de obtener beneficios económicos, un patrón de hiper-consumo que es la principal causa de la emergencia de las enfermedades no transmisibles o crónicas en el mundo (cardiovasculares, cáncer, respiratorias y diabetes); hoy en día, el mayor problema prevenible de salud pública (Freudemberg, 2014) (Tabla 1)

Tabla 1: Muertes anuales debidas directa o indirectamente al modelo de negocio basado en el hiper-consumo (tomado de Freudemberg, 2014)

Industria Principales problemas de salud relacionados Muertes anuales estimadas en USA Muertes anuales estimadas en todo el mundo
Tabaco Enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón y otros, enfermedades respiratorias 467.000 6.297.287 (incluye muertes de fumadores pasivos)
Alimentación y bebidas Obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, algunos cánceres 216.000 (atribuidas a la obesidad) 3.371.232 (atribuidas a la obesidad)
Alcohol Accidentes, homicidios, cáncer, cirrosis 64.000 4.860.168
Vehículos de motor Accidentes, enfermedades debidas a la contaminación (respiratorias, cáncer, cardiovasculares) 43.667 1.300.000 (por accidentes)3.223.540 (por contaminación)
Armas de fuego Homicidios, suicidios y accidentes 30.694 300.000 en conflictos bélicos200.000 por homicidios, suicidios y accidentes
Farmacéuticas Sobre e inframedicación 128.000 200.000 (en Europa)

Este  modelo de negocio corporativo basado en el hiper-consumo tendría una poderosa base ideológica común que es necesario identificar para poder desactivarla (Tabla 2)

 

Tabla 2: La ideología detrás del modelo de negocio basado en el hiperconsumo y argumentos en contra (elaboración propia basado en Freudemberg, 2014)

Los estilos de vida son los que influyen principalmente en la salud. Los individuos, y no las compañías o los gobiernos, son responsables de sus estilos de vida y comportamientos Los estilos de vida son, en realidad, condiciones de vida. Fumar, beber alcohol o estar obeso, por ejemplo, está directamente relacionado con  determinantes socioeconómicos como el nivel educativo, los ingresos anuales, la situación laboral o la accesibilidad a zonas verdes
Las compañías producen los productos que los consumidores quieren. Si la gente no los demandara, las compañías no los producirían La venta masiva de productos insanos está basada en la publicidad y la demanda inducida a través de la construcción de necesidades (la invención y exageración de enfermedades es un buen ejemplo)
La educación es la mejor manera de ayudar a las personas a tomar buenas decisiones La educación es condición necesaria pero no suficiente. La coaptación de la formación médica continuada y la manipulación de la evidencia científica por la industria farmacéutica son buen ejemplo de las limitaciones de la educación.
Los gobiernos no deben decirle a las personas cómo deben vivir. El gobierno es el problema, no la solución. No se trata de entrometerse en las decisiones libres de los ciudadanos sino de garantizar que esas decisiones se toman libremente (con información adecuada, sin coacciones o con estímulos desproporcionados) y se protege a los colectivos con una autonomía más debilitada como los niños o los enfermos
Los gobiernos no tienen que decir a las compañías qué tienen que hacer. La regulación limita el negocio y crea desempleo. La auto-regulación funciona mejor y es más barata para los contribuyentes Los problemas de salud y medioambientales generados por el modelo de negocio basado en el hiperconsumo demuestran que la auto-regulación no funciona; la externalización de los costes de las consecuencias del modelo económico (gastos sanitarios y medioambientales) a los contribuyentes y familias, sale finalmente más caro que implementar controles y no evita el daño
El libre comercio es bueno para todos El modelo económico actual no está basado en el libremercado sino que está hiper-regulado a favor de los intereses de los oligopolios. El mito de que los vicios privados se convierten, gracias al mercado, en virtudes públicas (“la mano invisible”) no se ha demostrado empíricamente en una economía altamente regulada. La evidencia es que los mecanismos de mercado han fracasado estrepitosamente, por ejemplo, al impedir el acceso a servicios médicos básicos o medicamentos esenciales a una gran mayoría de la población mundial
El consumo es esencial para el crecimiento económico y la prosperidad El crecimiento económico ilimitado es imposible en un mundo con recursos materiales limitados y, además, no se correlaciona empíricamente con mejores indicadores de calidad de vida sino al contrario

Para contra-atacar, es necesario desarrollar un discurso que llegue a las personas como lo ha hecho el creado por el complejo corporativo consumista con ideas tan atractivas como responsabilidad personal, eficiencia o libertad individual (con la consiguiente crítica tácita a todo lo público). Esta ideología estaría, paradójicamente, detrás de algunas de las legítimas críticas que se están haciendo a los “recortes” en las que habría una renuncia expresa a la dimensión colectiva de las personas y una primacía del “sálvese quien pueda” (Segura, 2014). Conceptos como bien común, acción colectiva, equidad y políticas públicas para conseguir propósitos colectivos deben emerger con fuerza en el discurso público.

De igual modo, lo que ahora se vende como un asunto personal -el asma, la obesidad, la diabetes, los accidentes de tráfico o el desahucio por el impago de hipotecas- debe comenzar a ser visto por la opinión pública como un problema social consecuencia de un modelo económico al servicio de los intereses de unas pocas compañías multinacionales y al fracaso de las políticas públicas, debilitadas precisamente por los impulsores de dicho modelo. Cuando organizaciones de pacientes con SIDA, padres de niños asmáticos, organizaciones de afectados por las hipotecas o asociaciones de consumidores consiguen conectar experiencias personales con el análisis político de sus causas últimas, entonces, se consigue movilizar a la sociedad. La transformación de los problemas individuales que condicionan mala salud en retos políticos genera inmediatamente una identificación por parte de la sociedad de que la acción colectiva es una parte fundamental en la búsqueda de soluciones (Brown y col., 2004)

Es necesario plantearse la lucha contra el modelo de negocio de las corporaciones como la medida más eficiente existente para prevenir la muerte prematura y la morbilidad por enfermedades crónicas, estableciendo objetivos políticos orientados a un marco de actuación presidido por virtudes democráticas como la transparencia, la rendición de cuentas, la participación y la elección individual informada y libre (Tabla 5 y 6)

 

Tabla 5: Marco de actuación contra las prácticas corporativas causantes de mala salud (traducido de Freudemberg, 2014)
En una democracia moderna, los pre-requisitos para la salud –aire limpio, comida saludable, productos de consumo seguros- deberían ser derechos y no privilegios
las políticas públicas deberían fomentar que las decisiones saludables individuales fueran las más sencillas, impidiendo beneficios privados a expensa de la salud de la población
Una sociedad decente debe proteger a los niños y a otras poblaciones vulnerables del especial interés de las corporaciones por instar a comportamientos y estilos de vida poco saludables
La primera misión del gobierno es proteger la salud pública. Solamente el gobierno tiene los recursos y la posición para llevar a cabo este mandato eficazmente
La disminución del poder del gobierno no siempre incrementa proporcionalmente el de las personas sino que se cede poder a las corporaciones
La protección y la expansión de nuestros derechos democráticos otorga a las personas más oportunidades para mejorar las decisiones que afectan a sus vidas; disminuir esos derechos, otorga ese poder a otros, especialmente las grandes corporaciones

 

Tabla 6: Una agenda política para el movimiento por un futuro más saludable (traducido de Freudemberg, 2014)

Expandir el derecho de los consumidores a saber y el deber de las corporaciones a considerar los efectos perniciosos de sus prácticas y productos
Exigir el pago de las compañías por los daños para la salud y el medio ambiente que ocasionan sus prácticas y productos
Establecer estándares globales para productos y marketing
Restablecer la propiedad pública de la ciencia y la tecnología
Restablecer la mano visible del gobierno en la protección de la salud pública
Controlar la capacidad de las corporaciones para influir y manipular los procesos democráticos
 
Bibliografía

Brown P., Zavetosky S., McCormick S., Mayer B., Morello-Frosh R., Gasior R., Embodied heath movements: new approaches to social movements in health. Sociol Health Illn. 2004;26(1):50-80

Callahan D (1998). False hopes: overcoming the obstacles to a sustainable, affordable medicine. Nueva York: Simon & Shuster

Freudemberg N (2014) Lethal but legal: corporations, consumption and protecting public health Oxford: Oxford University Press

Griffiths J y col (Eds) (2009) The Health Practitioner’s Guide to Climate Change: Diagnosis and Cure London: Earthscan

Hasting Center Report (1996). The Goals of Medicine: Setting New Priorities, Hastings Center Report 26,6 accesible en castellano en http://www .bioeticanet.info/relacion/FinMedic.pdf (consultado 22 de septiembre de 2014)

Healy D (2012). Pharmaggedon. Berkeley: University of California Press.

Judt T (2010). Algo va mal. Madrid: Taurus.

Latouche S (2008). La apuesta por el decrecimiento, Barcelona: Icaria

Marmot M (2004). Status Syndrome: How your Social Standing Directly Affects Your Health and Life Expectancy. London: Bloomsbury

Novoa A (2013) Postmedicina: decrecer en atención sanitaria para crecer en salud y equidad en FJ Lopez Frías y col (Eds) “Bioética, neuroética, liberad y justicia” Granada: Editorial Comares (pag 303-334)

Nussbaum M (2012). Crear capacidades: propuesta para el desarrollo humano. Barcelona: Paidós

OMS (2009) Informe final de la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud: “Subsanar las desigualdades en una generación: alcanzar la equidad sanitaria actuando sobre los determinantes sociales de la salud” Accesible en http://whqlibdoc.who.int/publications/2009/9789243563701_spa.pdf?ua=1 (consultado el 22 de septiembre de 2014)

Repullo JR (2012). Taxonomía práctica de la «desinversión sanitaria» en lo que no añade valor, para hacer sostenible el Sistema Nacional de Salud. Rev Cal Asist, 2012; 27:130-8. – vol.27, n.3.

Segura A (2014) Recortes, austeridad y salud. Informe SESPAS 2014Gac Sanit.2014;28 Supl 1:7-11 

Sen, AK (2000). Desarrollo y libertad. Barcelona: Editorial Planeta.

Taibo C (2009). En defensa del decrecimiento: sobre capitalismo, crisis y barbarie. Madrid: Los libros de la catarata

 

 

 

 

 

www.nogracias.eu/2014/09/24/el-consumismo-mata/

 
   
   
     
  VOLVER