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  SUECIA DA LA ESPALDA A LA SANIDAD PRIVADA  
 
  Los ciudadanos votaron en contra del experimento. ¿Ha tomado buena nota el primer ministro Campbell?  
 
  Autor: Tom Sandborn, periodista y colaborador habitual de The Tyee (1). Traducción: CAS Madrid - 0000-00-00  
 

Hace unos días, el períodico independiente The Tyee volvió a fracasar en su nuevo intento de entrevistar al primer ministro Campbell. Quería conocer su opinión sobre las reformas sanitarias emprendidas en los cuatro países europeos que había visitado y si habían influido en el gran impulso de cambio en la sanidad canadiense que había anunciado en su reciente discurso sobre el estado de la nación. Finalmente, su jefe de prensa contestó que el Sr. Campbell estaba demasiado ocupado como para contestar a nuestras preguntas.

Nuestro periódico quería pedirle que diera a conocer tres reformas realizadas en cada uno de los países visitados que le hubieran parecido tan importantes como para considerar que se podían aplicar en nuestro país, y si alguna de ellas tenía relación con el sector privado con ánimo de lucro. También hubiéramos querido preguntarle si la “evaporación” del anterior sistema fiscal y administrativo del Reino Unido, que previamente él había definido como interesante, le había hecho cambiar de opinión sobre los experimentos con sistemas mixtos público-privados.

También contactamos con el ministro de Sanidad para hacerle las mismas preguntas, pero declinó hacer comentarios al respecto, y nos remitió al primer ministro, que ya hemos dicho que estaba demasiado ocupado para recibirnos.

Buscando respuestas decisivas
Por supuesto que los ciudadanos de la Columbia Británica saben que el primer ministro viajó a Europa tratando de encontrar respuesta a algunas espinosas cuestiones que surgieron durante su discurso. Preguntas como los siguientes: “¿A los pacientes realmente les importa si sus intervenciones quirúrgicas son o no financiadas con fondos públicos?” “¿Por qué los canadienses tienen tanto miedo a los modelos mixtos de provisión sanitaria cuando otros países europeos los han puesto en práctica, logrando mejores resultados con menor coste?”.

Con el fin de dar respuesta a estas cuestiones, hemos consultado a expertos que quisieron aclararnos algunas consecuencias de las reformas en la provisión de servicios sanitarios llevadas a cabo en Suecia.

¿De verdad no importa “dónde y cómo” recibimos nuestros servicios sanitarios y sociales?. ¿Se podría aplicar la experiencia escandinava a la Columbia Británica canadiense?

Suecia se lo piensa mejor
En primer lugar, vamos a referirnos al mito del arrepentimiento sueco, que es el argumento favorito de los que defienden el libre mercado en la provisión de servicios sanitarios en Canadá. Según su versión, Suecia, después de un desastroso experimento con el socialismo, vio la luz y decidió recuperar para el sector privado su ineficiente sistema Medicare socializado, con un resultado muy beneficioso para todo el mundo. Hospitales de propiedad privada. Consultorios con ánimo de lucro. Reducción de costes. Eficiencia que sólo el libre mercado puede conseguir. Una nueva luz aparece en el norte de Europa, y Canadá debería apresurarse a seguir el ejemplo sueco.

En 2002, Johan Hertqvist publicó un artículo para una revista conservadora que tituló “La revolución de la sanidad en Estocolmo”. Después de detallar la privatización de un hospital y la creación de un mayor número de camas con ánimo de lucro en uno de los distritos suecos, Hertqvist remató su artículo asegurando que para Suecia “no había marcha atrás”. En otro artículo, el mismo autor describía el nuevo modelo sueco y la incorporación de incentivos económicos como “la sanidad del futuro”, y aseguraba que “los gobiernos pondrían en peligro el sistema de salud si no llevaban a cabo esas reformas”.

Sin embargo, si que había marcha atrás. Y los votantes suecos lo dejaron meridianamente claro. El gobierno conservador que había llevado a cabo la reforma en uno de los 21 distritos suecos, fue derrotado en las siguientes elecciones. En enero de 2006, la nueva normativa estatal impidió cualquier nueva privatización de hospitales públicos y puso límites muy estrictos a la provisión de servicios sanitarios por parte de empresas privadas. Se permitió que siguieran operando, al menos hasta 2011, los cuatro hospitales privados que ya estaban funcionando en Suecia, pero los ciudadanos fueron terminantes al rechazar en las urnas el “chanchullo” de los procedimientos lucrativos en el sistema sanitario que pagan todos los contribuyentes. Cuando se anunció la nueva normativa, el Ministro de Sanidad dejó muy claro que los servicios médicos y sanitarios suecos continuarían siendo controlados democráticamente, financiados en base a la solidaridad, facilitados de forma equitativa, y de acuerdo con las necesidades del paciente….. porque si se hiciera de otra manera se podría producir un conflicto de intereses entre el mercado y el ciudadano.

“Responsabilidad colectiva”
A Kathleen Connors, presidenta nacional de la Coalición de Salud Canadiense, no le sorprendió el cambio. Connors, eterna defensora de Medicare, que ha dedicado mucho tiempo a analizar el sistema con profesionales sanitarios escandinavos, cree que el rechazo de los suecos a las reformas de mercado encaja con lo que ella había percibido durante sus conversaciones.

“Los suecos y los noruegos valoran mucho la responsabilidad colectiva. Ninguna de las personas con las que he hablado se ha quejado nunca de los elevados impuestos que pagan. Para ellos, significa una gran inversión para el bienestar común. Creen que se pueden hacer reformas y modificaciones, pero dentro del sistema, sin dar bandazos. Experimentaron con la privatización y no les funcionó.”
Connors cree que se puede aprender mucho de la experiencia de países como Suecia, pero le preocupa que la tendencia del primer ministro a defender soluciones de libre mercado le impida tenerla en cuenta.

“Todo depende de las gafas que el primer ministro utilice para observar la experiencia escandinava”, comentó a The Tyee.

Un ejemplo muy ilustrativo para Canadá es la forma en que los suecos gestionan la farmacia. En vez de dejar en manos de la industria privada el marketing de la prescripción de fármacos, Suecia ha creado un monopolio estatal, Apoteket, que se encarga de su venta en todo el país.

El dinero público da más de si
The Tyee ha entrevistado a la Dra. Margaret McGregor, médico e investigadora del Departamento de Family Practice, que ha analizado los efectos de la gestión de empresas con ánimo de lucro en el sector sanitario financiado con capital público; dicho sistema ya funciona en parte de Canadá, concretamente en la Columbia Británica, donde el 30% de las instituciones para crónicos son lucrativas.

Los resultados de la investigación no son más alentadores que la fallida experiencia sueca. McGregor y colaboradores han demostrado que las instituciones para ancianos sin ánimo de lucro se asocian a una mayor calidad de cuidados y a un mayor número de horas de trabajo por residente-día que las instituciones lucrativas.

En el estudio se han comparado, en la Columbia Británica, residencias de larga estancia con fines lucrativos frente a instituciones sin ánimo de lucro, ambas con el mismo presupuesto financiado públicamente. No es sorprendente que las primeras, cuya finalidad es generar beneficios para sus accionistas, proporcionen servicios de peor calidad con la misma inversión de dinero público; además, las no lucrativas tienen personal más cualificado, y obtienen mejores resultados clínicos así como atención sanitaria de mayor calidad.

En un estudio posterior pendiente de publicación, McGregor demuestra que las instituciones sin ánimo de lucro superan a las lucrativas en tres de los seis indicadores considerados diagnósticos de calidad. En los lucrativos, hay menos enfermeros y personal de apoyo, y el análisis confirma que los servicios no son de mejor calidad.

La rentabilidad económica se asocia con una mayor tasa de mortalidad
El primer ministro Campbell se ha mostrado entusiasmado con la idea de implantar un modelo sanitario mixto - público-privado- en la Columbia Británica. Sin embargo, los estudios realizados en Estados Unidos y Europa apoyan la teoría de McGregor. Todo parece indicar que los votantes suecos conocían las consecuencias de la privatización de hospitales y la expansión del sector lucrativo en su sistema sanitario cuando rechazaron estos métodos en las urnas.

En 2002, investigadores de la Universidad McMasters terminaron un meta-análisis realizado con estudios estadounidenses que abarcaban más de 38 millones de pacientes americanos. Conclusión: la tasa de mortalidad en pacientes tratados en hospitales con ánimo de lucro era significativamente mayor que en los hospitales no lucrativos. En 2004, el mismo equipo de investigadores demostró que, en Estados Unidos, el coste por servicio era un 19% más elevado en hospitales con ánimo de lucro que en los no lucrativos.

Según el Dr. Devereaux, director del mencionado estudio: “Con la sanidad lucrativa, uno termina pagando con su dinero y con su vida”.

Paralelamente, la Organización Mundial de la Salud presentó, en julio de 2004, un extenso estudio titulado “¿Cuáles son las consecuencias de la financiación privada sobre la equidad, eficiencia, coste y elección en el oeste de Europa?”. El informe, que consta de 35 páginas, concluye que “La evidencia demuestra que las fuentes privadas de financiación sanitaria son, a menudo, regresivas, y generan dificultades en cuestiones de accesibilidad. Contribuyen poco al intento de contener el gasto y, de hecho, pueden incrementar la inflación”.

NOTAS

(1)TheTyee.ca
(Nota del editor: tercera parte de una serie de artículos sobre reformas sanitarias acometidas en países europeos que el primer ministro canadiense Campbell ha visitado recientemente).

 
   
   
     
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