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El perfluoroalquilo y el polifluoroalquilo o PFAS, un grupo de sustancias químicas tóxicas persistentes a las que a menudo nos referimos como “productos químicos eternos”, están en todas partes. No crean lo que digo sin más. Aquí hay una lista[1] publicada en la web de la agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA):

  • Alimentos envasados ​​en materiales que contienen PFAS, procesados ​​con equipamiento que utilizó PFAS, o cultivados en suelo o agua contaminados con PFAS.
  • Productos para el hogar, incluyendo telas que repelen las manchas y el agua, productos antiadherentes (por ejemplo, teflón), abrillantadores, ceras, pinturas, productos de limpieza y espumas anti-incendios (una fuente importante de contaminación del agua subterránea en los aeropuertos y bases militares donde se llevan a cabo entrenamientos para combatir incendios).
  • Lugares de trabajo, incluidas las fábricas o sectores (por ejemplo de cromado, de fabricación de productos electrónicos o de reciclaje de aceite) que utilizan PFAS.
  • Agua potable, generalmente localizada en y asociada a unas instalaciones específicas (por ejemplo fabricantes, vertederos, plantas de tratamiento de aguas residuales, o instalaciones de formación de bomberos).
  • Organismos vivos, incluidos peces, animales y seres humanos, donde los PFAS tienen capacidad para acumularse y permanecer a lo largo del tiempo.

Los PFAS se encuentran incluso en los animales de la Antártida[2]. Aquí hay una lista de efectos sobre la salud [3]proporcionada de nuevo por la EPA:

  • Peso de los bebés al nacer
  • Efectos sobre el sistema inmunológico
  • Cáncer (por PFOA)
  • Alteraciones en la tiroides (por PFOS).

Los PFOA y los PFOS son tipos específicos de PFAS. Quizás lo más interesante en este momento debido a la pandemia en curso son los efectos nocivos de estos productos químicos en el sistema inmunológico[4], incluida la reducción de la eficacia de las vacunas. Y, quizás, lo más importante que debe usted saber sobre los PFAS es que los científicos siguen reduciendo sus estimaciones de lo que es una exposición segura[5] a medida que se recogen más datos.

Los PFAS existen desde la década de 1950. Entonces, ¿cómo han escapado estas sustancias químicas peligrosas, que no se degradan en el medio ambiente, a la atención de los reguladores durante tanto tiempo? La respuesta es demasiado conocida y se hace eco de trayectorias similares de legados tóxicos como la gasolina sin plomo, el glifosato, los clorofluorocarbonos y el bisfenol A[6].

Un artículo de 2018 de un renombrado investigador de la Salud Pública en ´Environmental Health´[7] detalla la larga y sórdida historia de represión del conocimiento científico sobre los PFAS y una peligrosa ironía sobre la forma en que evaluamos el riesgo de tales sustancias.

Permítanme resaltar algunos de sus principales argumentos:

  • La suposición de que los productos químicos no testados son seguros, un principio rector en la ley incluso hoy, particularmente en los Estados Unidos, simplemente no es lógica.
  • Los estudios de la industria sobre los efectos de los PFAS en la salud se mencionaron por primera vez en la literatura científica en 1980. Pero esos estudios se mantuvieron ocultos al público y al gobierno durante otros 20 años.
  • Para el año 2000, la presencia de PFAS en muestras de bancos de sangre era bien conocida.
  • Hasta hace relativamente poco tiempo, la investigación de la industria y los crecientes hallazgos de la investigación independiente desde 2000 han sido ignorados en gran medida por los reguladores.
  • La industria nunca publicó un estudio que revelaba los efectos negativos de la exposición profesional en el sistema inmunológico de los hombres porque no pudo ponerse de acuerdo con el autor sobre cómo modificar la redacción (presumiblemente para diluir las conclusiones). El estudio está saliendo a la luz sólo ahora porque se descubrió en el transcurso de un litigio.
  • En los últimos 10 años, la evaluación independiente de los PFAS ha revelado el amplio alcance de sus efectos dañinos.
  • Aun así, la EPA aún no ha anunciado límites regulatorios sobre la exposición a los PFAS.

También se menciona en el artículo con el link más arriba una ironía que destaca por encima de todas las demás en la historia de la investigación sobre los PFAS. Las pruebas que revelan el efecto negativo de estas sustancias químicas en la respuesta humana a las vacunas se descartaron en su momento porque los investigadores no pudieron reclutar un grupo de control. En este caso, el grupo de control se formaría a partir de individuos NO expuestos a estas sustancias químicas para asegurarse de que los efectos que aparecen en el grupo experimental, es decir, el grupo expuesto a las sustancias químicas, se deben, de hecho, a esas sustancias químicas y no a algún otro factor del entorno. Pero, por supuesto, era imposible formar un grupo de control porque prácticamente todo el mundo en el planeta tiene PFAS circulando por su cuerpo.

Esta preferencia por los resultados experimentales impidió en gran medida la aceptación de los peligros de los PFAS, a pesar de que los datos epidemiológicos, cada vez más numerosos, señalaban esos peligros.

Ahora debemos volver a la suposición de que las sustancias químicas no testadas deben presuponerse seguras. La industria química ha estado creando sustitutos para los miembros ahora identificados como problemáticos de la familia de los PFAS, a medida que dichos productos químicos se van eliminando. Pero resulta que los sustitutos son de la misma familia y pueden tener efectos tan malos o peores que aquéllos a los que sustituyen[8].

Tal vez deberíamos haber testado esos sustitutos cuidadosamente ANTES de que salieran al mercado. Pero la industria y la mayoría de los políticos que podrían aprobar leyes que exigieran esas pruebas previas a la comercialización para comprobar los posibles efectos sobre la salud y el medio ambiente de todas las nuevas sustancias químicas (y pruebas tardías para todas las que nunca se testaron) consideran que eso es "decir locuras".

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P.D. Después de terminar mi artículo, descubrí este otro artículo[9] que trata sobre investigaciones recién publicadas que sugieren que la contaminación por PFAS en el agua potable está mucho más extendida en los Estados Unidos de lo que se creía anteriormente.

https://www.resilience.org/stories/2021-01-24/the-latest-story-of-toxic-deceit-and-delay-pfas/

Traducido para CAS por Fernando Burguete

 

[1] https://www.epa.gov/pfas/basic-information-pfas

[2] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25497307/

[3] https://www.epa.gov/pfas/basic-information-pfas#health

[4] https://www.ewg.org/news-and-analysis/2020/11/pfas-chemicals-harm-immune-system-decrease-response-vaccines-new-ewg

[5] https://www.ewg.org/research/ewg-proposes-pfas-standards-fully-protect-children-s-health

[6] https://resourceinsights.blogspot.com/2019/07/a-little-bit-means-lot-why-minute.html

[7] https://ehjournal.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12940-018-0405-y

[8] https://www.ewg.org/release/study-newer-pfas-chemicals-may-pose-more-risks-those-they-replaced

[9] https://www.scientificamerican.com/article/forever-chemicals-are-widespread-in-u-s-drinking-water/