Según los últimos datos publicados por Eurostat, la esperanza de vida ha comenzado a descender en varios países europeos. Solo parecen salvarse de esta tendencia Finlandia, Dinamarca y Noruega dentro del grupo que podríamos llamar “países “ricos”, en los cuales los recortes en servicios sociales y sanitarios han sido inferiores a los ejecutados en los países de la Europa central y mediterránea, además de partir con la ventaja de disponer de unos servicios sanitarios potentes y con prestaciones superiores. Posiblemente otros factores, como pueden ser normativas más progresistas de protección del medio ambiente puedan haber aportado también su parte. Países “pobres” como Bulgaria, Estonia y Letonia, presentan incrementos de la esperanza de vida en contra de la tendencia general, pero hay que recordar que partían de esperanzas de vida entre 5 y 6 años menores que la media europea.

España baja de 83,3 a 83 en ambos sexos, y de 80,4 a 80,1 en varones, y en mujeres de 86,2 a 85,8. También Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Austria, Suecia y Suiza presentan pérdidas en la esperanza de vida.

En Gran Bretaña, que baja de 81,4 a 81,0 en ambos sexos, la situación ha obligado a la Administración Sanitaria a valorar los datos semanalmente, y encuentran que el fenómeno parece estar creciendo en 2018. Así, en las siete primeras semanas de 2018, unas 93 990 personas murieron en Inglaterra y Gales. Durante las mismas semanas de los cinco años anteriores, un promedio de 83 615 personas murieron, es decir, ha habido un aumento de la mortalidad del 12,4%, o lo que es lo mismo, 10.375 muertes no esperadas.

Ni el clima, ni la gripe, ni el envejecimiento, socorridos factores aducidos por las autoridades, parecen haber sido los responsables. El clima fue inusualmente suave durante las primeras semanas de este año. La mortalidad por enfermedades respiratorias no fue inusualmente alta y ha presentado niveles similares a los de los últimos 5 años, mientras que el envejecimiento es un proceso lento y conduce a incrementos lentos, no repentinos, de la mortalidad.

Sin embargo lo que si ocurrió en Gran Bretaña es que el sistema sanitario ha dado muestras de colapso, con cancelaciones de miles de operaciones programadas, hospitales desbordados, pacientes frágiles ingresados en los hospitales por falta de asistencia social en sus domicilios, etc. Los últimos cinco años han sido difíciles en términos de resultados de salud en el Reino Unido, ya que el gasto sanitario y en asistencia social, año tras año han aumentado a un ritmo mucho más lento que en años anteriores. Paralelamente los resultados de muchos indicadores se han deteriorado, hasta el punto de confirmarse un rápido aumento en el número de muertes entre los pacientes de salud mental que reciben atención en Inglaterra y Gales.

La Oficina de Estadísticas Nacionales ha reducido en los últimos 12 meses su estimación de la esperanza de vida futura tanto para hombres como para mujeres en casi un año y, al hacerlo, ha estimado que más de un millón de personas morirán antes de lo esperado. También se supo el año pasado que la mortalidad de los niños nacidos en las familias más pobres del Reino Unido ha aumentado sustancialmente desde 2011.

Desconocemos si en el estado español, las autoridades sanitarias están estudiando este descenso de la esperanza de vida para conocer sus causas.

CAS, abril de 2018